Entradas

Abandono Acá entre las nubes, nada pesa. Estoy tan feliz. ¡Me reencontré con su madre! Ahora que puedo, recuerdo cada cerámica de ese blanco patio en donde todos éramos conducidos después de ser levantados, contra nuestra voluntad muchas veces. Allí tomábamos un feo mate cocido, acompañado de pan semiseco. Cuando las asistentes levantaban las tazas, no nos quedaba otra que mirarnos las caras. El único televisor que había no se veía muy bien. Igual todos en el geriátrico, nos amontonábamos allí. Claro, eso ya pasó, solo les escribo esta carta porque con su madre pensábamos en ustedes. Le dije a ella que estaban bien, pero ya saben como es su mamá. Me insistió para que les escriba. Recuerdo ¡Que feliz era cuando venían a verme a ese detestable establecimiento! Claro ustedes traían siempre a algún escribano y muchos papeles para que firme. Yo no estaba bien de la cabeza y no me daba cuenta de que vendían todo lo que podían antes de que muera. De esa forma se evit

el pasado

 Atrás quedó la calle alfombrada de hojas cecas Al salir de mi casa,   una cantidad de hojas amarillas cubren la calzada. Me dirijo a la plaza. El otoño todavía no venció al verano transformando en frías las tardes. Por   ende está templado. Solo un viento molesto va y viene. Eso si, las hojas caen por ser ya maduras. Sopla una brisa que torna fresco el ambiente. Me encojo dentro de la campera y continúo.   Nada impedirá que llegue a destino. Esta vez lo lograré. No será como muchas veces antes que solo asomaba mi cabeza al exterior. El cielo plomizo, no puede impedir que pequeños rayos de sol pálidos se cuelen hasta mí. Ya volverá a salir el Sol, me digo. Crujen bajo mis zapatos   las hojuelas. Llego a una pequeña placita. Allí está él. Un joven muchacho que conocí no hace mucho. Nos saludamos. Decidimos sentarnos en un banco de material en el que el astro ilumina. Mi amigo saca su celular y pone un tango. Me saca a bailar. Yo me justifico diciendo
La mosca y la araña Se les cerraría la boca a mas de uno si supiera cuán fuerte es nuestra lucha. Se puede comparar con esto: una mosca todos los días paseaba libre por donde quería. Su contextura física era muy débil pero la rapidez para escapar de cualquier peligro le aseguraba un buen futuro. Tenía comida a su gusto. No necesitaba de nada. Estaba en uno de sus vuelos matutinos por esa casa que tanto conocía. En eso, quedó atrapada en una pegajosa tela de araña. Movía sus alas paralizadas y cuanto mas intentaba huir mas atrapada estaba. Sus piernas era lo único que movía y estas no la ayudaban. Eran muy flacas y débiles. Un espantoso insecto se le acercaba para devorarla. Le quedaban 2 opciones: resignarse a morir o usar lo que tenía e intentar recuperar su libertad. Pensó rápido, no tenía tiempo. Se le ocurrió hablarle. la araña reaccionó asombrada. Ninguna de sus víctimas le había hablado núnca, quedó perpleja. la